Noviembre 20 de 2003.
El bastón de ébano
ha quedado en pasos perdidos.
Nuestros hermanos están en sus columnas.
El Volumen de la Ley está abierto.
Hay un tiempo y un lugar sagrado.
Con todo su espíritu
Eneas golpea las puertas del templo.
Avanza erguido sobre piso de mosaico.
Ante el altar presta juramento.
Juan Pablo Durán lo abraza
A nombre de todos lo recibe.
La luz de un hombre regresa a casa.
El Maestro expulsado ha obtenido la dispensa.
Se reincorpora a sus 90 años
Retorna para morir con los suyos.
El compás es certero.
Su cuerpo se extingue de inmediato.
Justo al tercer abrazo.
Poema escrito gracias al testimonio de Juan Pablo Durán, que presidía los trabajos, Víctor Hugo Arévalo, primer vigilante y German Gatica, Maestro de Ceremonias en aquella inolvidable tenida de reincorporación y afiliación.
Los esfuerzos médicos por reanimarlo fueron inútiles y el antiguo sindicalista murió de emoción al reincorporarse a la Orden y afiliarse al taller Juan de Dios Arlegui Nro. 109 de Viña del Mar.
Poco después llega su nieto, impactado pero alegre, el anhelo de su abuelo ha sido cumplido, regresar a casa y allí morir.